Milgram 1974.
La influencia social
Obediencia
A
fines de la década de los 30 y al comienzo de los 40 del siglo XX bajo las
órdenes de Hitler, miles de soldados alemanes participaron en el exterminio
sistemático de 6 millones de judío europeos. A fines de la década de los 60 a
principios de los 70, en el sureste de Asia un número desconocido de soldados
estadunidenses cumplió las ordenes de matar a cientos de no combatientes:
ancianos, mujeres, niños y bebes. Los documentos relativos a la matanza My Lai
revelan los siguientes:
Varios
soldados mataron a civiles bajo las órdenes del teniente Calley, después de que
èl, supuestamente obedeciendo órdenes superiores, había comenzado la masacre
disparando contra aldeanos desarmados. En 1978, en Jones Town (Guayana) mucho
miembros de la secta templo del pueblo envenenaron a sus hijos antes que
cientos de ellos ingirieran en el veneno bajo las ordenes de Jim Jones. En
1993, bajo el mando de David Koresh, varios integrantes de la rama Davidiana
sostuvieron la lucha contra el FBI hasta que su lugar fue incendiado y murieron
muchos de ellos. Docenas de miembros de la secta puerta del paraíso siguieron a
su líder hasta la muerte en un suicidio ritual que parece absurdo al resto de
la población.
¿Cómo
se logra que tantas personas comunes y normales cometan estos actos atroces? A
principios de la década de los sesenta, unos 20 años después del Holocausto
nazi y antes de los dramáticos sucesos de My Lai, Jonestown y Puerta del Paraíso,
para contestar la pregunta Stanly Milgram el programa más impresionantes de
investigación realizado jamás en psicología social. Antes de terminar había
observado la conducta de casi 800 “individuos ordinarios” en condiciones de los
más heterogéneos para averiguar cuando obedecía.
Milgram
no utilizó como sujetos a soldados adoctrinados en el sistema en el sistema
militar tampoco utilizo a miembro de sectas religiosas subyugados por su líder.
Por el contrario, por medio de un anuncio en el periódico en que ofrecía una
remuneración de 4.50 dólares recluto a gente común y corriente- “varones en todos
los experimentos menos en uno”- para que participaran en un experimento de “enseñanza
y aprendizaje” de la Universidad de Yale.
Cuando
los participantes llegaron por separado a la universidad se encontraron con un
austero científico con una bata blanca de laboratorio y con un hombre de 50
años que también intervendría. La figura de autoridad con el gesto adusto (el
experimentador) les ofreció una breve introducción al estudio de enseñanza y
aprendizaje. Permitió a los dos sujetos extraer piezas de papel para ver quién
sería el profesor y quien el estudiante. El sujeto siempre descubría que su
papel decía “profesor”. El experimentador dejaba que el profesor (el sujeto)
observara mientras conectaba los cables a la
mano del estudiante mientras este permanecía sentado en otro
compartimiento. A continuación el profesor experimentaba una descarga ligera
(45 volts) para que supiera lo que sentiría el estudiante. El profesor
comenzaba entonces la tarea. Le leía al estudiante un par de palabras. A
continuación leía la primera de un par junto con cuatro palabras alternas que
incluía la segunda del primer párrafo.
Si
el estudiante respondía correctamente, el profesor pasaba al segundo par. Si cometía
un error el experimentador le ordenaba que le aplicara una descarga con la
palanca de 15 vlts con cada error debía pasar al siguiente voltaje más alto,
con una potencia de 15 vlts más. En el aparato que registraba la descarga se
veía (consulte con el video anexo) que los niveles llegaban hasta los 450 volts.
Todos
los sujetos obedecieron al experimentador hasta llegar al nivel de 300 vlts
pese a las protestas del estudiante desde niveles más bajos. Si los sujetos
expresaban dudas respecto a las descarga, el experimentador lo estimulaba para
que no las suspendiera.
Cuando
el estudiante dejaba de contestar, el experimentador decía que la ausencia de
respuesta era una respuesta incorrecta y que el profesor debía seguir
administrando las descargas. Si este preguntaba quien asumiría la
responsabilidad del daño causado del estudiante, invariablemente el
experimentador decía que el (experimentador). El 65% de los sujetos aplicaron
descargas hasta llegar a los 450 volts, muy por arriba del nivel en que el
estudiante cesaba de contestar se pre programaba la conducta del experimentador
y de estudiante. Este era en realidad cómplice de aquel y de nunca recibía
descarga alguna; sus respuestas, protestas y gritos habían sido grabados
previamente. Los estímulos y los comentarios del experimentador se planea y se programaba
de ante mano. Gracias a este estudio Milgram descubrió que las personas como
usted y yo somos mucho más obedientes de lo que hubiéramos imaginados. Por lo
menos en ciertas circunstancias de presión, todos los participantes realizaban
actos nocivos y reprobables bajo las órdenes de otro. Para que no piense que
los resultados anteriores se aplican de manera exclusiva a los varones que
constituyen la mitad del género humano, le recordamos que el mismo porcentaje
de mujeres (65%) también obedeció totalmente.
Influencia de la victima
Milgram
efectuó 18 estudios de laboratorio para analizar algunos de los más
importantes. Uno que fue examinado en varios trabajos es el de lejanía frente la cercanía de la víctima. en
una variante, se colocaba al estudiante más cerca instalando un sistema de
intercomunicación entre los cuartos para que el profesor oyera con más claridad
los gritos y las protestas. En esta condición, la victima también emitía más
protestas en niveles más bajos (150 volts) y hasta se quejaba de un problema cardiaco.
El
hecho de escucharlas influía poco en la obediencia 62.5% de los 40 varones
obedecieron sin titubear.
En
otros dos experimentos, Milgram acercó aún más la victima al profesor,
colocándola en el mismo cuarto para que pudiera verla. Con esto se aminoraba el
porcentaje de obediencia a 40%. En el otro experimento, donde la víctima se
encontraba en el mismo cuarto, el profesor debía permanecer en contacto más
estrecho con ella. En el nivel de 150 volts se negara en conservar la mano en
el tablero de descarga, de modo que el experimentador le ordenaba no levantar
la mano para poder continuar. En esta condición de máxima cercanía, el 30 % de
los sujetos llegaban hasta el nivel máximo de 450 volts. A medida que la medida
y sus sufrimientos estaban más cerca de los sujetos y que estos los percibían
con mayor claridad había menos probabilidades de que obedecieran las órdenes
del experimentador.
Influencia a la autoridad
El factor contrario a la
influencia de la víctima es la presencia y cercanía
de una persona investida de autoridad. Uno de los estudio de Milgram
demostró los siguiente: cuando alguien con autoridad (el experimentador) no
estaba físicamente presente y se limitaba a impartir ordenes por teléfono a
penas 22.5% de los sujetos lo obedecían en comparación con el porcentaje básico
del 65%. En conclusión, cuanto más lejos se halla el subordinado de quien da
las órdenes menos probabilidades habrá que lo obedezcan. Milgram descubrió
así mismo, que la influencia del
experimentador era un poco mayor en la Universidad de Yaleque en un lugar que
en menor prestigio (47.5%) de obediencia en una oficina del centro de
Bridgeport).
En
los dos trabajos anteriores se examinan diversos aspectos de la autoridad. En el
primero se estudia el impacto de una autoridad según la cercanía del encargado;
en el segundo, el grado de autoridad que se deduce de las señales
situacionales.
Bandura 1974.
Teoría
El conductismo, con
su énfasis sobre los métodos experimentales, se focaliza sobre variables que
pueden observarse, medirse y manipular y rechaza todo aquello que sea
subjetivo, interno y no disponible (p.e. lo mental). En el método experimental,
el procedimiento estándar es manipular una variable y luego medir sus efectos
sobre otra. Todo esto conlleva a una teoría de la personalidad que dice que el
entorno de uno causa nuestro comportamiento.
Bandura consideró que
esto era un poquito simple para el fenómeno que observaba (agresión en
adolescentes) y por tanto decidió añadir un poco más a la fórmula: sugirió que
el ambiente causa el comportamiento; cierto, pero que el comportamiento causa
el ambiente también. Definió este concepto con el nombre de determinismo
recíproco: el mundo y el comportamiento de una persona se causan
mutuamente.
Más tarde, fue un
paso más allá. Empezó a considerar a la personalidad como una interacción entre
tres “cosas”: el ambiente, el comportamiento y los procesos psicológicos de la
persona. Estos procesos consisten en nuestra habilidad para abrigar imágenes en
nuestra mente y en el lenguaje. Desde el momento en que introduce la
imaginación en particular, deja de ser un conductista estricto y empieza a
acercarse a los cognitivistas. De hecho, usualmente es considerado el padre del
movimiento cognitivo.
El añadido de
imaginación y lenguaje a la mezcla permite a Bandura teorizar mucho más
efectivamente que, digamos por ejemplo, B.F. Skinner con respecto a dos cosas
que muchas personas considerar “el núcleo fuerte” de la especie humana: el aprendizaje
por la observación (modelado) y la auto-regulación.
Aprendizaje por la
observación o modelado
De los cientos de
estudios de Bandura, un grupo se alza por encima de los demás, los
estudios del muñeco bobo. Lo hizo a partir de una película de uno de sus
estudiantes, donde una joven estudiante solo pegaba a un muñeco bobo. En caso
de que no lo sepan, un muñeco bobo es una criatura hinchable en forma de huevo
con cierto peso en su base que hace que se tambalee cuando le pegamos.
Actualmente llevan pintadas a Darth Vader, pero en aquella época llevaba al
payaso “Bobo” de protagonista.
La joven pegaba al
muñeco, gritando ¡“estúpidooooo”!. Le pegaba, se sentaba encima de él, le daba
con un martillo y demás acciones gritando varias frases agresivas. Bandura les
enseñó la película a un grupo de niños de guardería que, como podrán suponer
ustedes, saltaron de alegría al verla. Posteriormente se les dejó jugar. En el
salón de juegos, por supuesto, había varios observadores con bolígrafos y
carpetas, un muñeco bobo nuevo y algunos pequeños martillos.
Y ustedes podrán
predecir lo que los observadores anotaron: un gran coro de niños golpeando a
descaro al muñeco bobo. Le pegaban gritando ¡”estúpidooooo!”, se sentaron sobre
él, le pegaron con martillos y demás. En otras palabras, imitaron a la joven de
la película y de una manera bastante precisa.
Esto podría parecer
un experimento con poco de aportación en principio, pero consideremos un
momento: estos niños cambiaron su comportamiento ¡sin que hubiese inicialmente
un refuerzo dirigido a explotar dicho comportamiento! Y aunque esto no parezca
extraordinario para cualquier padre, maestro o un observador casual de niños,
no encajaba muy bien con las teorías de aprendizaje conductuales estándares.
Bandura llamó al fenómeno aprendizaje por la observación o modelado, y su
teoría usualmente se conoce como la teoría social del aprendizaje.
Bandura llevó a cabo
un largo número de variaciones sobre el estudio en cuestión: el modelo era
recompensado o castigado de diversas formas de diferentes maneras; los niños
eran recompensados por sus imitaciones; el modelo se cambiaba por otro menos
atractivo o menos prestigioso y así sucesivamente. En respuesta a la crítica de
que el muñeco bobo estaba hecho para ser “pegado”, Bandura incluso rodó una
película donde una chica pegaba a un payaso de verdad. Cuando los niños fueron
conducidos al otro cuarto de juegos, encontraron lo que andaban buscando…¡un
payaso real!. Procedieron a darle patadas, golpearle, darle con un martillo,
etc.
Todas estas variantes
permitieron a Bandura a establecer que existen ciertos pasos envueltos en el
proceso de modelado:
1. Atención. Si vas a aprender algo, necesitas estar prestando atención. De la
misma manera, todo aquello que suponga un freno a la atención, resultará en un
detrimento del aprendizaje, incluyendo el aprendizaje por observación. Si por
ejemplo, estás adormilado, drogado, enfermo, nervioso o incluso “hiper”,
aprenderás menos bien. Igualmente ocurre si estás distraído por un estímulo
competitivo.
Alguna de las cosas
que influye sobre la atención tiene que ver con las propiedades del modelo. Si
el modelo es colorido y dramático, por ejemplo, prestamos más atención. Si el
modelo es atractivo o prestigioso o parece ser particularmente competente, prestaremos
más atención. Y si el modelo se parece más a nosotros, prestaremos más
atención. Este tipo de variables encaminó a Bandura hacia el examen de la
televisión y sus efectos sobre los niños.
2. Retención. Segundo, debemos ser capaces de retener (recordar) aquello a lo que le
hemos prestado atención. Aquí es donde la imaginación y el lenguaje entran en
juego: guardamos lo que hemos visto hacer al modelo en forma de imágenes
mentales o descripciones verbales. Una vez “archivados”, podemos hacer resurgir
la imagen o descripción de manera que podamos reproducirlas con nuestro propio
comportamiento.
3. Reproducción. En este punto, estamos ahí soñando despiertos. Debemos traducir las
imágenes o descripciones al comportamiento actual. Por tanto, lo primero de lo
que debemos ser capaces es de reproducir el comportamiento. Puedo pasarme todo
un día viendo a un patinador olímpico haciendo su trabajo y no poder ser capaz
de reproducir sus saltos, ya que ¡no sé nada patinar! .Por otra parte, si
pudiera patinar, mi demostración de hecho mejoraría si observo a patinadores
mejores que yo.
Otra cuestión importante con respecto a la reproducción es que nuestra
habilidad para imitar mejora con la práctica de los comportamientos envueltos
en la tarea. Y otra cosa más: nuestras habilidades mejoran ¡aún con el solo
hecho de imaginarnos haciendo el comportamiento!. Muchos atletas, por ejemplo,
se imaginan el acto que van a hacer antes de llevarlo a cabo.
4. Motivación. Aún con todo esto, todavía no haremos nada a menos que estemos
motivados a imitar; es decir, a menos que tengamos buenas razones para hacerlo.
Bandura menciona un número de motivos:
a . Refuerzo pasado, como el conductismo tradicional o
clásico.
b . Refuerzos prometidos, (incentivos) que podamos imaginar.
a. Refuerzo
vicario, la posibilidad de percibir y recuperar el
modelo como reforzador.
Nótese que estos motivos han sido
tradicionalmente considerados como aquellas cosas que “causan” el aprendizaje.
Bandura nos dice que éstos no son tan causantes como muestras de lo que hemos
aprendido. Es decir, él los considera más como motivos.
Por supuesto que las
motivaciones negativas también existen, dándonos motivos para no imitar:
a . Castigo pasado.
b . Castigo prometido (amenazas)
d. Castigo
vicario.
Como la mayoría de los conductistas
clásicos, Bandura dice que el castigo en sus diferentes formas no funciona tan
bien como el refuerzo y, de hecho, tiene la tendencia a volverse contra
nosotros.
Autorregulación
La autorregulación
(controlar nuestro propio comportamiento) es la otra piedra angular de la
personalidad humana. En este caso, Bandura sugiere tres pasos:
1.
Auto-observación. Nos vemos a nosotros mismos, nuestro
comportamiento y cogemos pistas de ello.
2. Juicio. Comparamos lo que vemos con un estándar. Por ejemplo, podemos comparar
nuestros actos con otros tradicionalmente establecidos, tales como “reglas de
etiqueta”. O podemos crear algunos nuevos, como “leeré un libro a la semana”. O
podemos competir con otros, o con nosotros mismos.
3.
Auto-respuesta. Si hemos salido bien en la
comparación con nuestro estándar, nos damos respuestas de recompensa a nosotros
mismos. Si no salimos bien parados, nos daremos auto-respuestas de castigo.
Estas auto-respuestas pueden ir desde el extremo más obvio (decirnos algo malo
o trabajar hasta tarde), hasta el otro más encubierto (sentimientos de orgullo
o vergüenza).
Un concepto muy
importante en psicología que podría entenderse bien con la autorregulación es
el auto-concepto (mejor conocido como autoestima). Si a través de los años,
vemos que hemos actuado más o menos de acuerdo con nuestros estándares y hemos
tenido una vida llena de recompensas y alabanzas personales, tendremos un
auto-concepto agradable (autoestima alta). Si, de lo contrario, nos hemos visto
siempre como incapaces de alcanzar nuestros estándares y castigándonos por
ello, tendremos un pobre auto-concepto (autoestima baja)
Notemos que los
conductistas generalmente consideran el refuerzo como efectivo y al castigo
como algo lleno de problemas. Lo mismo ocurre con el auto-castigo. Bandura ve
tres resultados posibles del excesivo auto-castigo:
Compensación. Por ejemplo, un complejo de superioridad y delirios de grandeza.
Inactividad. Apatía, aburrimiento, depresión.
Escape. Drogas y alcohol,
fantasías televisivas o incluso el escape más radical, el suicidio.
Lo anterior tiene cierta semejanza con
las personalidades insanas de las que hablaban Adler y Horney; el tipo
agresivo, el tipo sumiso y el tipo evitativo respectivamente.
Las recomendaciones
de Bandura para las personas que sufren de auto-conceptos pobres surgen
directamente de los tres pasos de la autorregulación:
Concernientes a la auto-observación. ¡Conócete a ti mismo!. Asegúrate de que tienes una imagen precisa de
tu comportamiento.
Concernientes a los estándares. Asegúrate de que tus estándares no están situados demasiado alto. No
nos embarquemos en una ruta hacia el fracaso. Sin embargo, los estándares
demasiado bajos carecen de sentido.
Concernientes a la auto-respuesta. Utiliza recompensas
personales, no auto-castigos. Celebra tus victorias, no lidies con tus fallos.